Escrito por Eduardo M Romano el 31 octubre, 2022
Apegos, canturreos, murmullos y palabras
que desde el comienzo,
nos fueron marcando.
Manos que supieron cómo sostenernos
en el momento oportuno.
Escenas desprolijas y cambiantes
en las que comenzaron a delinearse
los personajes majestuosos e inalcanzables.
Esos que nos marcaron para siempre
con sus fantasmas, signos y desvelos.
Horizontes tempranos y siempre tan esquivos,
hacia los que comenzamos a dirigir
nuestros inseguros aprontes ,las derivas inciertas
y el inefable decir de los balbuceos primeros.
A su tiempo, las palabras.
Y sólo con ellas, los bordes y los desfiladeros
en los que deambular
hacia el indecible desamparo
o el gozoso reencuentro con un Otro.
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