Escrito por Eduardo M Romano el 26 febrero, 2022
Nuestros sueños,
esos encuentros nocturnos
de escenas clandestinas
que en ocasiones son calmas
y en otras, puro vértigo.
En ellos conviven personajes demasiado conocidos
junto a otros, grises, anónimos , inquietantes o extraños.
Los hay cercanos y entrañables
Están ésos que nos llenan el alma de cobijo
y nos seducen con sus sortilegios y sus magias.
Pero también existen otros
que con sólo verlos desde lejos, meten miedo.
Muchos sofocan con presencias imperativas.
Otros agobian , convocando conocidos miedos y angustias.
Transcurren en una absoluta soledad, nocturna y clandestina,
como si fueran la Cosa más real del mundo.
Ya sean apacibles o endemoniados,
continúan agitándose dentro nuestro,
en la vigilia
y con los ojos abiertos.
Más tempranos o más lentos,
nunca faltan a la cita.
Aunque podamos olvidarlos pronto
o ni siquiera darnos cuenta
que ya han sucedido dentro nuestro.
Los anima el Deseo
que no cesa
en eso de dar nueva vida
a la borrosa periferia
en la que disputan,
inefables,
el adentro y el afuera,
los unos y los otros.
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