Escrito por Eduardo M Romano el 24 agosto, 2019
Todo había comenzado de un modo más que alentador.
Hasta podría decirse que promisorio.
Sentía que las expectativas por el tratamiento analítico
que iba a encarar, no podían ser mejores.
Buena predisposición , excelentes referencias,abundantes lecturas freudianas,
y tantos comentarios que había ido escuchando de personas
más allegadas que le merecían la mayor de las confianzas.
No había lugar para la duda.
Todo iba a deslizarse sobre ruedas.
Así de simple y sencillo.
Y venía nomás resultando de esa forma,
hasta que comenzaron a aparecer ciertas relaciones y preguntas,
que agitaban y contradecían muchos acentos y convicciones.
Y añadían un tono de sospecha
a esto otro dado por cierto y por seguro.
Ni qué decir de esos acentos
que parecían tan certeros
pero que en verdad correspondían a otra parte.
A esto habían que sumarle,
unas consideraciones incómodas e inoportunas
que mostraban el lado oscuro
de muchas actitudes propias
y hacían más evidente
que existían muchos otros bordes,
en aquello que sólo parecía tener uno solo.
«…Se suele atribuir elevado valor a la expectativa con la que el paciente enfrenta el nuevo tratamiento……En realidad, esta actitud tiene un valor harto escaso. Su confianza o desconfianza provisionales apenas cuentan frente a las resistencias internas que mantienen anclada a la neurosis…(entonces)Uno se prepara para que su previa toma de partido favorable se haga pedazos a la primera dificultad que surja en el tratamiento.» (S.Freud.»Sobre la iniciación del tratamiento».O.C.)
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