Escrito por Eduardo M Romano el 1 octubre, 2022
Aquel día su voz se escuchaba monótona y repetida.
Con dificultad comenzaba a hilvanar una frase.
Era indudable que ponía empeño en comunicarme algo.
Pero al poco tiempo, el tono se debilitaba,
y las palabras comenzaban a tropezar unas con otras.
No era preciso esperar demasiado
para que su decir languideciera hasta interrumpirse.
Entonces, la abrumaba un pesado silencio
que sentía eterno e hiriente.
Retomar el hilo de aquello que había intentado decir,
le resultaba imposible.
Así las cosas, a fuerza de indagar y con esfuerzo, pudo hacer
mención y encarar inciertos abandonos.
Ambiguos e imprecisos.
Ligados a historias de imposturas
espejos y fantasmas.
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