Escrito por Eduardo M Romano el 29 septiembre, 2019
Una magia de palabras.
Que Yo sepa,
y pueda decirles,
no había aprendido ni estudiado ese prodigio
en ninguna parte.
La magia y el encanto que producían sus palabras
y sus formas tan singulares de decirlas,
debían provenir de algún otro lado.
Los vaivenes de la vida, de los que todos bien sabemos,
los anhelos postergados,
las diferentes escenas ,que con o sin permiso lo van comprometiendo,las inciertas circunstancias …
Si me preguntan, estoy seguro que mucho debían intervenir en sus prodigios.
Era capaz de llegar directo a algo
que uno sólo podría, apenas y con mucho empeño,
haber presumido.
Como quiera que fuera,
las palabras, el timbre, los tonos ,
los encadenamientos,los espacios en blanco
y los nudos
siempre llegaban más hondo
y resonaban distinto.
Ni qué decir de su fraseo.
En ocasiones, venía tan lento y tranquilo
que a uno hasta le venían ganas de ayudarlo
para que llegara más rápido.
Pero de pronto, las cosas tomaban un rumbo absolutamente imprevisto,
que créanme que a uno lo dejaba como en el aire ,pedaleando.
Porque decir «sorprendido», me suena a poco.
No se privaba de aludir, ironizar o decir a medias.
También cabía en su variado repertorio,
decir algo
nada más que para dar a entender todo lo contrario.
Más de una vez, uno se sentía comprometido
de pies a cabeza
en algo entrañable
sin saber cómo es que había llegado,
ni el por qué,el desde dónde,ni el cómo.
«…Todo niño que juega se comporta como un poeta,pues se crea un mundo propio,mejor dicho,
inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada…lo opuesto al juego no es la seriedad,
sino …la realidad efectiva.» …» Y el lenguaje ha recogido este parentesco entre juego infantil y creación poética. Llamando «juegos» a las escenificaciones del poeta que necesita n apuntalamiento en objetos palpables y son susceptibles de figuración «. (S.Freud.»El creador literario y el fantaseo».O.C.)
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