Escrito por Eduardo M Romano el 11 noviembre, 2021
Angustia en espera de algo por venir.
Como el acecho de cierta cosa ajena
a la mirada
y desprovista
de nombre.
Espera interminable en la que el tiempo
se estira gris y transcurre lento.
Demasiado lento.
Tanto como para ser la ocasión de agonías
en las que no es posible distinguir
algo que viene de afuera
de eso otro más inquietante, que empuja desde adentro.
Entonces afloran pensamientos que sacuden de miedo.
Se montan escenarios y se agitan fantasmas
que callan, hablan, insinúan, azotan o murmuran.
A partir de allí,
sólo es cuestión de tiempo
para que se acumule el asedio
Y el pánico haga lo suyo.
Anónimo desamparo.
Próximo e inevitable derrumbe.
Prólogo apresurado del encuentro
con la Nada y sus abismos.
Sin mirada que atenúe,
ni manos
que sostengan.
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