Escrito por Eduardo M Romano el 16 julio, 2023
De pronto su voz se eclipsaba
y sus palabras detenían su marcha.
Lentamente los enunciados iban perdiendo su empuje,
atenuando sus brillos
y apagando cada una de sus metáforas.
Ella no estaba, y nunca volvería
Su ausencia era precisa, inconmovible y certera.
Sólo cabía dejarse llevar por las derivas de la esquiva memoria.
y el insoportable arrullo de su sombra.
Conozco vacíos
que son hermanos de la ausencia
y que sólo de tanto en tanto
nos consienten,
como un resto,
el goce de la nostalgia.
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