Escrito por Eduardo M Romano el 23 diciembre, 2013
Ella ya lo sabía de sobra
y no se hacía ninguna ilusion al respecto.
No podían borrarse asi como si nada las memorias de los hechos que
nos atañen e involucran.
Como tampoco nadie puede sofocar
todas esas otras memorias,
ignoradas e insabidas que cada uno de nosotros llevamos dentro.
Bueno, mucho de esto que les estoy diciendo,
ella ya lo sabía de sobra
y lo que meos necesitaba en ese momento
era que alguien se lo recordara o lo trajera a cuento.
Pero si bien es cierto
que nada de lo que nos acontece en lo psíquico
y con los otros, puede borrarse….no es menos verdad que disponemos de otras clases de recursos…como por ejemplo,
estirar los intervalos de tiempo…
tratar de interponer algún mandato
entre medio de las insistencias…
Porque eso que estaba pasando
en ella, no tenía nada de inocente y había veces que se parecía a
un autotormento…por ejemplo algo que en su momento había conseguido ser palabra,
podía regresarle ahora desprovisto de nombre
y como angustia imposible
de ser dicha ni puesta en palabras.
O como unos espasmos fríos e incontrolables
en todo el cuerpo.
O bien bajo la forma de unos extravagantes estados de ánimo
que se ponían a tomar posesión
de muchas de sus escenas internas,
adpotando unas formas desubicadas, frías e impropias,
que nada tenían que ver con su forma de ser ni con su temperamento de siempre.
Pero créanme que lo más duro para ella,
consistía en esos arribos inesperados,
pero que sutiles se anunciaban a través de diferentes indicios.
Eran unas emociones fuertes anudadas a cierta clase
de pensamientos y no a otros….
….que ella de manera conciente, sabía de sobra que eran de lo más inverosímiles y anacrónicos
y que lo que menos tenían para con ella eran buenas intenciones….
Pero que sin embargo y a pesar de todo esto,
eran contadas las ocasiones en las que faltaban a la cita.
Sólo para poder llevar a cabo su ritual consabido…
que consistía en
de arruinarle el resto del día.
7215 Vistas
Deja una respuesta