Escrito por Eduardo M Romano el 28 enero, 2023
Las escenas, me dijo, se sucedían en fragmentos.
En completo desorden y superpuestas.
En ellas se sentía furiosamente presente.
Le resultaba un poco extraño,
porque esas tramas desprolijas, nada tenían que ver
con crónicas ordenadas de sí misma.
En su discurrir, no había nada parecido
a prolijos aconteceres recitados de corrido.
Ningún lugar permanecía fijo.
Los tiempos hacían lo suyo,
mezclando los antes, los después y los ahora.
Allí estaba, llena de enigmas ,olvidos y desmemorias,su propia historia.
En ese vértigo de escenas discontinuas,
habitadas por susurros y fantasmas que tropezaban,
se contradecían,cobraban más relieve o terminaban caminando a tientas.
Con el tiempo, había aprendido
que lo entrañable de cada uno
no era preciso buscarlo en crónicas prolijas
y dichas de corrido.
Mejor era indagar
en las mezclas de murmullos , en las palabras entrecortadas,
en las voces ajenas y en las miradas perdidas,
Sólo en ese concierto improvisado y desprolijo
que cada quien va sobrellevando a su modo,
precisamente por allí,
han de andar, entreverados,
cada uno
de nuestros nombres propios.
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